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Como la vida misma

En pleno confinamiento, Netflix como para tantos otros, está siendo uno de mis principales ocios. El otro día junto con Patricia, mi compañera de piso, decidimos ver una de las muchas películas disponibles en la plataforma. Tenía ganas de disfrutar de una comedia tonta y evadir un poco los pensamientos y la sensación de encierro  de esta cuarentena. 
Con esta idea nos topamos con Como la vida misma y tras ver un poco por encima el tráiler y observar que entre el reparto estaban Antonio banderas y Àlex Monner nos decidimos a ver con que nos sorprendía. Y tanto que nos sorprendió. Nos encontramos con un drama mientras buscábamos una comedia.

En los primeros minutos de la película andábamos completamente perdidas con el argumento, y aquellos que la hayan visto me entenderán. Pero, conforme avanzaban los minutos, la narración se tornaba cada vez más compleja y  mágica de lo que habíamos podido imaginar.
Para poner en contexto, Como la vida misma es un drama romántico dirigido por Dan Fogelman, que se estrenó en el año 2018. En ella  se cuenta la historia de Will (Oscar Isaac) y Mary (Olivia Wilde), los cuales se conocen en una fiesta universitaria y rápidamente se enamoran. A partir de ahí, comienzan una historia de amor que traspasa generaciones y abarca diferentes años e incluso continentes, narrándose la historia entre Nueva York y Sevilla. Todo esto está perfectamente enlazado por un accidente que conecta la vida de todos los protagonistas.

Cuidado, a partir de aquí puede haber spoilers.

De este estupendo largometraje me gustaría comentar diversos aspectos, y para ello comenzaré por la historia en general y como esta película habla de la belleza de la vida.
Como la vida misma trata diversas historias de amor en diferentes vidas, con referencias a abusos infantiles, violencia doméstica y acoso sexual. Y esto, en muchos casos, ha servido como critica a la película, y se ha acusado al director de causar un dolor innecesario en el espectador con la narración de estas situaciones. Yo no lo opino así. Para mí, estos sucesos se vuelven esenciales en la trama de la misma, ya que abre una ventana a la esperanza y aporta un rayo de luz que nos hace plantearnos que la vida nos da golpes pero que no tienen porque acompañarnos en el resto de nuestra existencia.
No hay duda de que Como la vida misma quiere ser una reflexión sobre la belleza y la felicidad que también surgen tras la tragedia y el sufrimiento. La película se basa en un único acontecimiento, la muerte de una de las protagonistas, que une a varias generaciones de distintas familias. Este hecho nos hace plantearnos también la existencia del destino. 

Llegando final de la película podemos observar cómo sin este acontecimiento los protagonistas no hubieran tenido una historia. Además de remarcar el hilo narrativo y el argumento, que es maravilloso, Como la vida misma puede hacernos reflexionar con aires de esperanza, pensando así que, a veces la vida nos pone piedras que no solo hacen que tropecemos, si no que conforman ese camino que nos corresponde y que, a su vez, podemos utilizar para levantarnos. Y no hay duda, ya que la película misma se encarga de decírnoslo de forma explícita una y otra vez. 

Otro de los datos principales de la película se resume en el "narrador". Este término se puede observar en diferentes rasgos dentro de este film. En primer lugar, en el propio narrador de la película, que a excepción de en el primer capítulo, durante el resto de argumento es una voz femenina. Esta voz no la conocemos, pero que te hace romper a llorar cuando, en una de las últimas escenas, se descubre que es la hija de dos de los protagonistas contando la historia de su familia, la cual ha convertido en una novela que ha ido narrando con capítulos a lo largo de todo el cortometraje. 
Por otra parte, dentro del guion de la película, el narrador se encuentra entre las conversaciones de los personajes ya que Mary realiza su Tesis sobre el concepto del "narrador sospechoso" y lo justifica en que, ningún narrador es fiable ya que todos tienen una perspectiva propia y nunca pueden llegar a ser del todo objetivos. Mary enlaza esta nula fiabilidad del narrador con la vida y argumenta que esta misma es el narrador menos fiable. "El narrador menos fiable es la vida misma", se nos dice varias veces, y la frase sirve para definir todos estos modelos narrativos de la película y que, a mi parecer, es un término tan abstracto y a la vez tan preciso que cobra un sentido lógico.

En cuanto a la producción de la película, se divide en cuatro capítulos y un epilogo. Esta estructura narrativa nos complica la comprensión de la misma, ya que las líneas temporales se quiebran y las escenas se muestran desordenadas, y nos presenta personajes de una historia que aparecen en medio de otra para narrar lo que estamos viendo y deshacernos cualquier hipótesis que hubiésemos podido concebir sobre la trama de la misma. Pero a pesar de todo esto, el final es arrollador y despeja cualquier ápice de duda dejando una sensación reflexiva en el espectador.

Por último, remarcar la belleza de sus planos, transiciones y representación del paso del tiempo y, a su vez, la escenificación de España, la cual se representa a través de una Sevilla con tonos piedra y campos de aceituna que aportan una belleza visual desbordante. Esta belleza, para mí,  encontró su punto álgido a través de ese travelling al ritmo de Copacabana de Izal, que rompe la banda sonora de toda la película estructurada a través de Bob Dylan. 

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