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El cine me ha estado mintiendo

No había otra forma de empezar este blog que hablando de la idea preconcebida que tenemos del amor. La imaginación colectiva de este sentimiento no viene de otra cosa que de la sociedad en la que vivimos. Desde pequeñitos vemos y sentimos el amor, pero sobre todo nos nutrimos de los prototipos amorosos que nos aportan los medios audiovisuales.

Y hoy voy a hablar del cine, la gran mentira amorosa que nos hizo creer Hollywood.

El cine tiene magia y poder, el poder de transportarnos y vivir en la piel de otros realidades de la vida diaria. Nos hace reír, llorar e incluso “enamorarnos” de un personaje. Las películas nos llevan a reflexionar y sobre todo nos crea prototipos que se van calando y cambiando el modo en el que percibimos el mundo. 

Esta magia cinematográfica es un arma de doble filo ya que nos persuade tanto en ideas positivas como en perfiles tóxicos de la sociedad, y en mi opinión, DiCaprio y Cenicienta nos han hecho mucho daño.

La comedia romántica nos ha hecho creer que el hombre aparece para salvarnos de nuestra monotonía de vida. Se nos representa como el género débil, como mujeres indefensas, susceptibles de ser lastimadas y esto, lejos de ser una perspectiva feminista, es una idea que se ha ido cultivando en la sociedad. 

Primera de las mentiras. No, no necesitamos ser rescatadas de nada. 
Nos han hecho pensar que la vida sin un hombre (o mujer, opción obviamente no contemplada en estas comedias) no es vida. La soledad no es sinónimo de tristeza además de ser muy nutritivo y un proceso en el que descubrir nuestras propias fortalezas.

 Titanic (1997)

Además el hombre que ha venido a salvarnos, “casualmente” es el príncipe azul que todas deseamos, es guapo, inteligente, nos quiere incondicionalmente y, además, tiene dinero. 
No nos engañemos, ni él va a cumplir este perfil ni tú eres perfecta. A veces lo mejor de nuestras vidas está justo en frente y no lo valoramos por andar a la espera de algo tan idealizado, que nunca va a llegar...

La sirenita (1989)


Otro de los mitos más clásicos es el de tener que cambiar por la otra persona, ¡Que le pregunten a Ariel, que tal le va con sus nuevas piernas! 
Obviamente no, nadie merece que cambies por él/ella ni mucho menos para gustarle. Si alguien te quiere lo hace por cómo eres y no por la idealización que tenga de ti. Pero ¡Ojo! Es algo que debemos aplicarnos también a nosotros mismos ya que muchas veces caemos en la tentación de exigir cosas que no deberíamos.

 Tres metros sobre el cielo (2010)
Y aquí, una de las idealizaciones más grandes del amor romántico de las películas, los actos de amor romantiquísimos en el cual tu pareja o “proyecto de” te declara su amor públicamente y a lo más grande posible. Aquí podemos añadir los mensajes en avionetas en el cielo, el envío de cantidades indecentes de rosas y un largo etcétera que nos hace idealizar las demostraciones de amor olvidando los pequeños detalles del día a día.

Definitivamente este tipo de actos o pensamientos, no definen lo que es realmente el amor si no que nos crea una visión de amor romántico idealizado que, en muchas ocasiones, causa relaciones toxicas con muchos rasgos para derivar en violencia de género.

Así que, es hora de desprendernos de todas estas horribles idealizaciones y vivir nuestra propia película.

Comentarios

  1. Bien dicho! Por eso no me gusta nada de nada ver ese tipo de películas

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    1. A mi también me pasa, pero la mayoría de veces me resulta inevitable.

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